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RESEÑA ACTOS 125º ANIVERSARIO COLEGIO Mª CRISTINA DE ARANJUEZ | |
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Una vez vista la historia
del inicio de esta página en la que el contenido respecto al Colegio
de Aranjuez (María Cristina) es muy importante, podemos comentar sobre
los últimos años de este Colegio y referirnos a él a partir de los años
1920. |
"El día que yo era nueva Me llevan a Sor Luisi, Me visten de colegiala Y Sor Luisi me decia: “Ahora si, ahora si que estás de gala”. Me llevan al comedor, Allí fue mi sentimiento. Me llevan al dormitorio Rezando la letanía Y yo como era nueva solita me confundía. Sor Elisa me pegó, sabiendo que yo era nueva y yo me metí en la cama llorando con mucha pena..." |
Posiblemente,
desde el campo de visión
actual
y considerando las circunstancias por las que la huérfana entraba en el
Colegio y el sacrificio que representaba para ella y su madre ( si la
tenía ) por ella pasara una tensión emotiva, que causara en ella honda
huella. No obstante el paso del tiempo y la convivencia con compañeras de su misma edad, haría cambiar su estado de ánimo y su opinión respecto al Colegio, hasta tal punto que, a su salida del mismo lo recordarían con nostalgia. |
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La vida en el Colegio era
dura, espartana. A las seis de la mañana sonaba un estridente y
prolongado timbre que hacia levantar sobresaltadas hasta las más
remolonas, aunque las mas pequeñas intentaban continuar su dulce sueño y
eran despertadas por las veteranas. Una vez levantadas procedían a su
aseo personal. Las colegialas iban peinadas con una gruesa trenza
doblada en dos y sujeta por un enorme lazo que asomaba a ambos lados de
las orejas. Vestían un amplio delantal con canesú y frunces, largo hasta
los tobillos, donde tropezaba con los botines. La vida del Colegio está llena de recuerdos. Las vacaciones eran deseadas con mucha ilusión, como también la salida de los jueves y domingos. Esas tardes de paseo por el pueblo eran esperadas con impaciencia. Antes de salir, las niñas, formadas en el patio, esperaban, la aprobación de la hermana. El colorete, el rizo rebelde o la onda coqueta era motivo de sanción y pérdida del paseo, sustituido por el castigo de conjugar por escrito la frivolidad cometida: “yo no llevaré colorete, tú no llevarás colorete...”. Ya en la carretera del jardín del Príncipe, las niñas caminaban en perfecta y alineada hilera. Salirse un milímetro suponía ser apuntadas en la libretita de Sor Saint Pierre y perder el próximo paseo. |
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La enfermería era el lugar preferido para las travesuras y las enfermedades fingidas. Pero la Sor enfermera, hábil y “cocinera antes que fraile”, se las sabia todas y cualquier indisposición era curada con una purga. Grandes dosis de aceite de ricino o de agua de caravana eran administradas a las niñas. Así el sueño de un día de asueto en la enfermería se convertía en una pesadilla de amargo sabor. La enfermería era el lugar preferido para las travesuras y las enfermedades fingidas. Pero la Sor enfermera, hábil y “cocinera antes que fraile”, se las sabia todas y cualquier indisposición era curada con una purga. Grandes dosis de aceite de ricino o de agua de caravana eran administradas a las niñas. Así el sueño de un día de asueto en la enfermería se convertía en una pesadilla de amargo sabor. A partir de 1.931, con la llegada de la Segunda República, el Colegio sufre un gran recorte económico y profundas mutaciones. En el Colegio concurren dos circunstancias nada favorables: es militar y está a cargo de una Congregación religiosa. El Gobierno prohíbe el ejercicio de la enseñanza a las Ordenes religiosas . Las hermanas no quieren abandonar Aranjuez , desean continuar su labor de educación católica y social, aunque sea preciso secularizarse.
Ante el asombro de las pequeñas, que no alcanzan
a comprender la situación, las hermanas abandonan el severo hábito negro
y visten de ropa seglar, se convierten en señoritas y el Gobierno no
puede alegar nada en su contra. Intentan mantener la normalidad, como si
no ocurriera nada.
Muchas de estas religiosas eran hijas o huérfanas de militares, como las
niñas que estaban bajo su tutela. Continúan las clases, los recreos, las
salidas de los jueves y domingos. Una antigua alumna nos recuerda una
anécdota de aquellos días.
“Seguimos
saliendo de paseo por el pueblo,
jueves y domingos, como siempre. A veces grupos vociferantes nos
increpaban, apretando el puño con odio. No les hacíamos caso. Hubiera
sido peor.
Recuerdo que un día –los
ánimos debían estar más exaltados que otras veces- hubo un conato de
pedrea en la misma calle del Capitán. La larga columna de a tres se desorientó un poquito. Solo un poquito. Enseguida puso proa al Colegio a paso más que regular. Una piedra arrojada con más ímpetu que las anteriores alcanzó a darme en un sitio que no es elegante nombrar aquí, pero que fácilmente identificaréis si os digo que fue en la parte mas carnosa de mi cuerpo.
(...) las fauces abiertas
del enorme portón del Colegio se tragaban con ansia la larga fila de
colegialas uniformadas (...) Cuando llegó mi turno
-era la última- sentí renacer vigorosa mi sangre militar. |
¿Qué se habían creído
aquello cretinos? A otra con sus pedradas. Me volví con furia, temblando
de indignación. Allí enfrente se hallaba el grupito agresivo y
vociferante. Callaron un momento, sin duda, impresionados por mi
actitud. Imponente, los miré de hito en hito un instante. Después,
bonitamente, les saqué la lengua.” |
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Al estallar la guerra civil en 1936, la vida de la madre Pilar se pone en peligro, pero no le importa. No huye, continúa al frente de Colegio, a su alrededor forman piña las sesenta niñas que quedan y las religiosas, en espera de los acontecimientos.
La guerra ha provocado un gran número de bajas en el Ejército y la Casona se llena de huérfanas que solicitan protección.
En 1943 se produce la fusión de las Armas en una sola, con la única distinción entre clases. El Colegio, que desde su inauguración había pertenecido a los huérfanos de la Infantería, quedó dedicado a huérfanas de oficiales, con una capacidad para 365 alumnas, con edades comprendidas entre los ocho y los veintiún años.
En 1945 la Junta Superior
de Patronatos de Huérfanos de, organismo rector de los Colegios, previa
autorización ministerial, solicita y alcanza del Consejo de
Administración del Patrimonio Nacional, la cesión en propiedad
al Ministerio del Ejército de los edificios que integraban la
“Cocheras de la Reina Madre”, sede del Colegio “ Maria Cristina”.
A partir de esa fecha y hasta 1956, el Patronato realizó una serie de obras de carácter urgente e imprescindible para la conservación del edificio principal. La vejez del edificio hace necesaria la realización de obras de consolidación de muros, plantas, tejados y subsuelos. Las instalaciones de agua corriente y la red de alcantarillado provocaron la aparición de humedades en las instalaciones. La antiquísimas tuberías de agua corriente, desgastadas por el paso de los años y sometidas a un exceso de presión, se rompieron.
En el año 1957 muere la madre María del Pilar Sanac, después de cincuenta años de servicio a las huérfanas del Ejército. Su muerte dejó un hueco den el espíritu del Colegio. Largos años de entrega y cariño, de servicio a la educación de los niñas dejaron si cabe aún más huérfanos a todos los que a lo largo de los años pasaron por el Colegio.
Ese mismo año se celebran los llamados "25 años de paz". Con tal motivo el general Franco, Jefe del Estado, realizó una visita al Colegio. Previamente y durante un mes se sucedieron los preparativos. Además de los ensayos de los distintos actos a celebrar era necesario dar un acelerón a las obras de reforma que se habían iniciado en la Casona en el verano.
Los años sesenta constituyen la etapa final del Colegio. La vida que transcurre en su interior se ha ido modernizando poco a poco. La vieja austeridad conventual ha dado paso a un ambiente más acogedor y cordial. El mobiliario ha sido sustituido por uno más cómodo y moderno. Poco queda ya del Colegio de los años veinte, aulas y salones han sido ampliados o transformados acorde a las necesidades del momento. sin embargo el edificio continúa necesitando reformas y en algunos aspectos no posee las comodidades que la vida moderna requiere.
La altura de los techos, que oscila entre los cinco y seis metros, impide alcanzar un grado óptimo de temperatura, indispensable para hacer frente al crudo invierno de Aranjuez. Los dormitorios son comunes. En ellos disfrutan las niñas de apenas cuatro metros cuadrados. donde instalar sus camas, mesas de noche y armarios, alineados a lo largo de un pasillo general. Los servicios no siempre están anejos a los dormitorios, obligando a las niñas a efectuar desplazamientos por largos y lúgubres pasillos, que a veces son exteriores, resultando un tanto ingrato el paseo, sobre todo en las frías noches de invierno.
En vista de las graves carencias y deficitarias condiciones del edificio, en el año 1965 se iniciaron una serie de gestiones para la construcción de un nuevo Colegio. El director general de Fortificaciones y Obras, a petición de la jefatura del Patronato de Huérfanos, elabora un informe y solicita al ministro del Ejército el nombramiento de una Comisión mixta para la elaboración del proyecto. sin embargo, en el mes de agosto, el ministro lo paraliza. enterada la madre superiora, manifiesta en un escrito su descontento, recalcando el peligro que para la vida de las huérfanas supone el estado ruinoso en que se encuentra el edificio. Comenta que personas ajenas a esta institución, al visitar el Colegio, "hacen sus reflexiones sobre lo deficiente alojadas que tiene el Ejército a sus huérfanas", en comparación con la adecuada educación, alimentación, profesorado y vestuario que poseen. Finaliza su escrito solicitando se ponga interés en la construcción de un edificio de nueva planta.
Durante la primavera de 1965 se produce la reaparición de brotes de termitas. El Patronato de Huérfanos inicia el reconocimiento técnico y la petición de informes sobre las tareas de extinción de las termitas y saneamiento del edificio. El teniente general Galera, presidente del Patronato de Huérfanos del Ejército, tras una serie de gestiones y estudios, vio como única solución visible la construcción de un nuevo edificio.
En Noviembre de 1968 el Ministerio del Ejército aprueba la construcción de un nuevo Colegio en el solar de la "Huerta de la antigua Academia de Ingenieros" de Guadalajara.
El traslado de las alumnas del Colegio de Aranjuez se proyectó hacerlo escalonadamente, en función de la marcha de las obras, amueblamiento, etc...
Con el traslado a Guadalajara se cierra la historia del Colegio "María Cristina" de Aranjuez. atrás quedan ochenta y tres años de perfecta simbiosis entre el Real Sitio y los huérfanos del Ejército.
Toda una vida plagada de recuerdos, de anécdotas, de éxitos y dificultades. Las sonrisas y los llantos de las niñas, las canciones y el recitar de poesías y tablas de multiplicar, queda en el recuerdo de las viejas paredes y muros de la Cocheras, y de quienes un día fueron huérfanos en Aranjuez. Los años pasan y ya no vuelven... Sirva de ejemplo y homenaje al Colegio esta poesía escrita por un antiguo "Cristino"- Manuel Hernández Erenas.
A finales de los años ochenta el vetusto edificio en ruinas fue rehabilitado por la Comunidad de Madrid, para la creación de un Centro Cultural. desapareció la placa que testimoniaba el agradecimiento a la Reina Maria Cristina y a su hijo por la cesión del edificio del Real Patrimonio y cambió el nombre de la Reina Benefactora pode los huérfanos por el primitivo de Cocheras de la Reina Madre Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V.
Qué de recuerdos traes al alma mía, al evocar los tiempos tan lejanos, los del colegio, donde como hermanos, compartimos tristezas y alegrías.
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