CASTILLO DE SANTA CRUZ DE LIANS

- LA CORUÑA -


El día 5 de Agosto de 1938, la Condesa de Torre de Cela y de Pardo Bazán, Doña María de las Nieves Quiroga, conocida por el nombre de "Blanca" -como ella le gustaba que la llamaran-, donaba al Ejército español su castillo de Santa Cruz de Lians, sito en la parroquia de Santa Eulalia de Lians, término municipal de Oleiros, de la provincia de La Coruña.

"Blanca" era hija de la ilustre escritora Doña Emilia Pardo Bazán y viuda del Marqués de Cavalcanti, General del Arma de Caballería en posesión de la Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración militar española. Las condiciones en que cedió la Condesa Pardo Bazán este castillo fueron las siguientes (datos tornados de la escritura otorgada por la Condesa de Pardo Bazán a favor del Ejército español, el día 5 de Agosto de 1938, ante el notario de La Coruña D. Pascual Lahoz de Val):
  • Cede el Castillo de Santa Cruz de Mera al Ejército en memoria de su difunto esposo, el Marqués de Cavalcanti, que perteneció al Arma de Caballería, que ya había concebido la idea de esa cesión;
  • La finalidad de la cesión es que el castillo sea destinado al beneficio exclusivo de los huérfanos del Arma de Caballería, si bien el Ejército, si no fuera preciso para aquellos huérfanos, podrá destinarlo a fines similares;
  • La Condesa de Pardo Bazán se compromete a realizar en el Castillo, antes de su entrega al Ejército, las obras necesarias para adaptarlo a las necesidades de los huérfanos de Caballería;
  • Mientras permanezcan en el Castillo, los huérfanos rezarán diariamente un padrenuestro por la Condesa, por sus antepasados y por su difunto esposo.

S
on realmente unas condiciones de cesión verdaderamente magnánimas. "Blanca" no sólo cede el castillo al Ejército, sino que además hace en él las obras de adaptación a centro para los huérfanos de Caballería que sean necesarias.

El Castillo de Santa Cruz de Lians está situado en un islote que en las horas de bajamar se comunica con tierra y se sitúa a tres millas al sudeste del Castillo de San Antón, de La Coruña. Tiene una superficie total de 10.346 metros cuadrados y además del castillo, contiene el islote otras edificaciones destinadas a vivienda, jardines y praderas en la parte alta.

La donación se produjo, como se ha dicho, en 1938, es decir, en plena guerra civil. Terminada esta guerra, el Castillo pasó a depender del Patronato de Huérfanos de Militares, que lo destina a colonia veraniega, en turno de rotación entre los distintos Colegios del Patronato. La capacidad era sólo de 70 alumnos. Pero los niños pasaban en aquella cala paradisíaca del paisaje gallego unas vacaciones maravillosas e inolvidables: su alegría, sus canciones, su alborozo lo llenaba todo y lo invadía todo.

Pero, lamentablemente, poco a poco fue descendiendo el número de solicitudes para esta colonia veraniega. El Castillo, es obvio decirlo, era de antiquísima construcción y hacía necesarias constantes obras de reparación. Ha sido este un mal que es endémico en el Patronato de Huérfanos: posee edificaciones que en su mayor parte son vetustas, hacen indispensables la ejecución de grandes obras y, en consecuencia, exigen grandes presupuestos. Y el Patronato... ¡hace lo posible...! ¡y lo imposible¡.


No se incumplía con ello el deseo de la Condesa de Pardo Bazán pues, si bien ella donó el castillo con la condición expresa de que fuera destinado a los huérfanos del Arma de Caballería, también agregaba que el Ejército, "si no fuera preciso para aquellos huérfanos, podrá destinarlo a fines similares".

Y eso es precisamente lo que están haciendo las Fuerzas Armadas con el castillo de Santa Cruz de Mera, cuyas instalaciones se emplean ya como alojamiento, ya para equipos deportivos, etc.

Pero con la devolución del Castillo que el Patronato hizo al Ejército, no se piense que los huérfanos quedaron sin posibilidades de pasar sus vacaciones en una colonia veraniega. La Acción Social del Ejército las tiene magníficas; y a ella pueden las madres y tutores enviar a los huérfanos de los militares, si así lo desean.

Porque el Patronato, siempre preocupado por las prestaciones que pueden favorecer a sus acogidos, no podía dejar sin cubrir este importante extremo de las vacaciones estivales.