EL GUATEQUE

 

CAPÍTULO I

 


La música sonaba a medio tono y se trataba de una música lenta que envolvía la estancia en un ambiente intimista. Las parejas apenas se movían y se hubiera dicho que estaban conjuradas para no ocupar, cada una, más allá de un par de baldosas. La iluminación tampoco era gran cosa, alguien había apagado la lámpara que colgaba del techo y en su lugar, un par de lámparas pequeñas de mesa, cubrían las mínimas necesidades de luz de la habitación. En el pic-up un single de los Pop Tops, más concretamente: “Oh lord, why lord” se encargaba de dirigir  el ritmo de los bailarines.

-¡Pero vamos a ver, no hay algo más movido!

La que había lanzado la exclamación era Marta, ”la bailona”, como la llamaba Nico.

-Tú misma- dijo el pínfano-en esa mesa tienes todos los discos que hay.¡ Acabas de romper el encanto.!

-Encanto, encanto, menudos carotas estáis hechos- dijo la bailona en un tono, mitad de reproche y otro tanto, de complicidad.

Se encendió  la lámpara grande y el hechizo desapareció.

La otra aprovechó para colocar en el plato:  ”Every night” de Paul Anka .

Las parejas eran seis. De los chicos, cuatro iban vestido iguales; se habían quitado las chaquetas y vestían una camisas blancas, con corbatas negras y pantalones azul marino. Los otros dos, también en mangas de camisa, pero cada cuál con prendas diferentes.

Las chicas formaban una amalgama de colores producida por las faldas , las blusas y los conjuntos que llevaban.

Los cuatro que vestían iguales eran: Nico, Beni, Jorge y Mundi. Los otros chicos: Enrique el aspirino,  que ponía la casa  y Ricardo, un vecino amigo de Enrique.

Las chicas: María ,hermana del aspirino , alta ,morena y con el pelo muy corto. Llamaba la atención por los ojos tan grandes y tan negros que tenía. Llevaba una falda de cuadros plisada por encima de la rodilla y una blusa blanca con chorreras. Mundi se fijó en ella nada más verla.

Ester, rubia, con ojos muy claros entre azules y grises, lustrosa, como la definió Nico, es decir, un pelín entradita en carnes. Con un conjunto de punto azul celeste que realzaba su figura, probablemente, más desarrollada que lo que correspondería a su edad. Llevaba unos pantalones pitillo negros y unas manoletinas. Una media melena y una diadema, encuadraban la redondez de su cara con dos hoyuelos, uno a cada lado de las comisuras de los labios.

El contrapunto lo ponía Marta, delgada y vivaracha. Tenía un puñado de pecas repartidas por los pómulos. El pelo lo llevaba recogido  en forma de cola de caballo lo que le dejaba la cara despejada y daba la sensación como si los ojos pardos los tuviera rasgados, según Beni, de lo que le tiraba la coleta..Vestía blusa a rayas azules y rojas y una falda negra, también por encima de las rodillas. Hablaba por los codos y mascaba chicle. En cuanto sonaba la música, ella empezaba a bailar, estuviera o no acompañada en su danzar. De ahí, el apelativo de “bailona” con el que la bautizó Nico.

La cuarta chica era África, pínfana, prima del aspirino. Rubia, con coleta, llevaba un vestido de bichí  con cuadros blancos y verdes, a lo Brigitte Bardot, mangas tres cuartos y cinturón ancho. Con sus quince años recién cumplidos, acumulaba un buen historial pinfanil. Huérfana desde los seis años, había estado en el colegio hasta los catorce que es cuando, a su madre, le sonrió la vida y consiguió una posición económica lo suficientemente fuerte como para poder sacar a su hija del colegio. Ella merece relato aparte.

La quinta, Mariló, morena con melena larga y diadema. Llevaba un vestido con falda acampanada y manga farol. Usaba gafas que le daban un aire de intelectual. Tenía de coletilla la frase:”Como yo digo...”

Y por último Almudena, la más risueña, con pelo castaño a lo garçon, conjunto celeste y falda a cuadros. Su voz era de auténtica vicetiple y había veces que cuando se reía producía una auténtica estridencia .El acné había tomado posesión de su frente pero ella lo combatía a base de mucho “pote” 

Excepción hecha de la pínfana, las otras eran lo que entonces se llamaba niñas bien y hoy, reciben el apelativo de pijas.
 

CAPÍTULO II

 

El por qué los cuatro pinfanos estaban incrustados en este ambiente, tenía su origen en el comienzo de la semana anterior , cuando el aspirino soltó aquello de: “ El domingo doy un guateque en casa ,si queréis venir....”. Beni cuando le oyó bizqueó un poco de la emoción , a Mundi y Nico les corrió un escalofrío por la columna y Jorge dijo que ya le contestaría. El otro les dijo, que la cosa urgía  para que a su hermana le diera tiempo a buscar  amigas, en número variable, según cuantos chicos fueran. Los cuatro dijeron que vale, que sí, como haciéndole un favor.¡Qué puñeteros!

La semana transcurrió con tensión ,se portaron como auténticos alumnos disciplinados y estudiosos ,todo menos tenerse que quedar sin salir el domingo.

Al fin, el día señalado llegó .Mundi apenas comió pensando en como se lo iba a pasar por la tarde .¡Era su primer guateque!   No conocía a ninguna de las chicas que iban a ir,  lo mismo que les pasaba a sus colegas. El aspirino les había dicho, que ellos tranquis, que eran amigas de su hermana y que estaban bastante bien,!ah!,y que una ,su prima, era pínfana como ellos.

 

-Bien, uno: ¿Cómo vamos?, ¿De calle , de uniforme?-La pregunta la había lanzado Jorge.

 La solución llegó rápida.

 

-Como yo vaya de calle y me vean la cazadora llena de lámparas ,me despachan nada más llegar-El que hablaba era Nico.

 

-Vale-dijo Beni-de uniforme y no se hable más.

 

-Dos,-Jorge había cogido la costumbre de enumerar las preguntas cuando hacía varias seguidas.-¿Qué le llevamos a la madre del aspirino?

 

-Two, que dirían los ingleses,¿cómo que qué le llevamos?-contestó Mundi

 

-Tú y tu inglés, joer, la cosa está clara, el aspirino va a poner la manduca ,la bebida ,la casa, la hermana, las amigas y parte de los discos ¿y nosotros?-a Jorge le salió todo seguido.

 

-La percha –dijo Nico.

 

-La percha ,la percha, mucho morro ,algo habrá que llevar-Jorge seguía en las suyas.

 

Mundi estaba con el ceño fruncido y casi se le oía el ruido del cerebro y el crujir de sus neuronas. De pronto, exclamó.¡Flores!,eso es ,flores ,lo vi en una peli de Gary  Grant , se las llevaba a la madre de su novia.

 

-¿Flores?,¿Y de donde las sacamos un domingo por la tarde?-dijo Beni-

 

Silencio. Al poco, Nico exclamó:

 

-¡La Colonia de la Prensa¡.El sábado pasado pasé por allí, tiene muchos jardines ,en esta época han florecido y está llenito. Que lleve Jorge la cuchilla que emplea para las disecciones y yo me encargo del resto.

 

-Vale, vale, esto marcha-Jorge irradiaba felicidad.

 

-Tres-miró a Mundi de reojo que, por lo bajo, dijo:

 

-Three.

 

-Eso, three,-continuó Jorge-¿Cómo vamos?, ¿En metro?,¿En tranvía?

 

-En tranvía nos será más fácil,-era Beni el que contestaba- aunque tengamos que andar un poco más para llegar a casa del aspirino, desde que nos bajemos- y recalcó la palabra “bajemos”.

 

Bien, sólo quedaba terminar el postre, manzana para no variar, e iniciar los preparativos. Fuera trapillo y arreglo personal con meticulosidad. Sobre todo Nico. Cuando Mundi entró en los lavabos, allí estaba dándose un poco de jabón en el pelo para que se le quedara pegado y la verdad es ,que estaba hecho un Gardel cualquiera, con el pelo peinado hacia atrás y una raya al costado. Incluso le brillaba . Una vez hechos unos pinceles, salieron y se dirigieron hacia la Colonia de la Prensa.

 

 Era un conjunto de viviendas situada entre el Bajo y el Alto ,constituida por una serie de casas unifamiliares rodeadas de jardines a la  que se entraba por una arcada y que Mundi dedujo que se llamaba así porque allí vivían periodistas.

 

Entraron los cuatro, tranquilos , como si pisaran terreno propio.

 

Mayo estaba en su plenitud y tanto los parterres de la colonia, como los jardines privados de las casas, estaban repletos de flores .No se oía ni un alma y daba la sensación como si todos se estuvieran echando la siesta. Todos no, una mujer entrada en años, estaba con unas tijeras adecentando un rosal. Los cuatro se miraron y no hizo falta mediar palabra entre ellos. Jorge, el fardón ,se estiró la chaqueta del uniforme y se adelantó hacia la señora ,mientras los otros se quedaban en un discreto segundo plano.

 

La mujer se  quedó mirando cómo se acercaba hacia ella.

 

-Buenas tardes señora-dijo Jorge.

 

-Hola ,buenas tardes –dijo la dama sin saber muy bien que quería ese chico, vestido de uniforme azul marino ,tan majo.

 

-Vera señora, mis amigos y yo, tenemos un problema. Somos del colegio de huérfanos y este mes ,como sabrá ,se celebra el mes de las flores . Esta semana nos toca a nosotros conseguir flores para ponérselas a la Virgen ,si Vd. supiera de alguien que nos pudiera regalar un ramo se lo agradeceríamos.-Al finalizar la frase, Jorge miró hacia ambos lados como el que busca a alguien , dándole a entender a la señora que la cosa no iba con ella.

La mujer posó la mirada sobre los otros tres que permanecían en segunda fila y lo que vio fue a tres mozos, perfectamente vestidos de uniforme y con tres beatíficas sonrisas, pendientes de lo que ella contestase.

 

-Y qué pasa ,que el colegio no tiene dinero para ponerle flores a Virgen- dijo la mujer.

 

Jorge, para entonces, ya se había fijado en la placa circular ,con la imagen del Sagrado Corazón en relieve, que figuraba en la puerta de la casa de la mujer.

 

-Verá señora, supongo que si tendrá ,pero el mérito es que seamos nosotros los que le llevemos las flores  ,ya sabe:”Venid y vamos todos...”

 

-Tú  ,desde que años llevas en  colegios de esos, hijo-dijo la señora.

 

Ya has caído ,pensó Jorge ,al oírle lo de hijo.

 

-Desde los 8 ,señora y mis amigos poco más o menos.

 

-¡Pobres!-dijo –esperad un poco, que os voy a preparar un ramo bien bonito, de los que llaman la atención.

 

A los tres pájaros de segunda fila se les amplió la sonrisa como auténticos anuncios de Netol.

 

Y así fue ,un ramo de rosas rojas aterciopeladas con papel y todo, para que no se pincharan con los tallos al llevarlo.

 

-Muchas gracias ,señora -dijo Nico, mientras cogía el ramo.

 

-De nada guapos y le rezáis un Ave Maria de mi parte a la Virgen.

 

-No se preocupe señora, que rezaremos una cada uno –dijo Mundi.

 

La mujer los vio partir y lanzó un suspiro de felicidad ,la felicidad  propia de quien ha hecho una buena obra.

 

La parada del tranvía estaba cerca de la puerta de la Colonia .Al poco llegó uno. Día de fútbol, lleno hasta los topes. A duras penas consiguieron meterse, el último, Nico con las flores. Llevaba un pie dentro y el otro en el estribo ,el brazo en alto para que no le machacaran el ramo.

 

El cobrador, enjuto y con un gran mostacho entrecano ,de gris y tocado con una gorra, tenía mala tarde .No debía haberse comido esas lentejas con chorizo que le había preparado su mujer y menos ,empujarse dos guindillas. Ahora le subían unos ardores desde el estómago que parecía que tuviera una hoguera dentro. Había tratado de arreglarlo con un copazo de chinchón en un bar próximo a la última parada ,mientras su compañero el conductor, cambiaba de catenaria el cable del trole, pero ni por esas. Encima ,aquello estaba imposible ,el tranvía lleno, gente en el estribo y no había manera de que se bajara nadie y aquello empezara a aligerarse. Desde su pequeño mostrador a la entrada ,con su cajón para las monedas y su tablilla con los billetes, trataba de ir cobrando. Había veces que dudaba si tirar del cable que hacía sonar la campanilla al lado del conductor para avisarle que podía arrancar ; sobre todo, le preocupaba un pobre chaval de uniforme, con un ramo de flores, que parecía que se iba a caer en cuanto el tranvía tomaba una curva.

 

En una de las  paradas se bajaron algunas personas y hubo movimiento dentro, aunque siguió entrando gente. El chaval de las flores no conseguía meterse del todo y eso que le veía hacer fuerzas intentándolo. Dos compañeros del chico ,supuso, porque también iban vestidos de uniforme, llegaron a su altura y embebidos que iban en una conversación, le dijeron:

 

-Nuestro compañero, paga los billetes.

 

-¿Cuál, ése de ahí?

 

El de “ahí” era Mundi , que estaba entre ellos dos y Nico, separado, tanto de unos, como del otro, por un grupo de gente.

 

-No -dijo Jorge –el de las flores-Y siguió en su animada conversación con Beni.

 

Nueva parada y nuevo movimiento de gente.

 

Mundi llegó a la altura del cobrador y entre dos personas que estaban pagando, le dijo:

-Mi compañero..

 

-Si, ya lo sé- le dijo el cobrador, mientras  estaba pendiente de los cambios que les tenía que devolver a los otros y le subía un ardor que no podía aguantar.

 

Echó una ojeada y vio al de las flores que ya había conseguido entrar aunque estaba todavía separado de él por tres o cuatro filas de pasajeros .Eso sí, en una mano llevaba el ramo en alto ,tal cual la estatua de la libertad y en la otra se le adivinaba un billete de cinco pesetas con la que hacía gestos como para llegar a pagar, pero era imposible. Los otros tres, habían tenido más suerte y ya estaban juntos a la altura de la puerta central del tranvía, vamos, la de bajada.

 

Eso es lo que debieron hacer ,bajarse ,porque en la siguiente parada, un montón de gente estaba pendiente de subir y cuando el tranvía paró, el cobrador sólo acertó a ver un ramo de flores en dirección contraria al flujo de los que entraban y  por encima de sus cabezas. .Cuando miró para el otro lado, los tres que habían pasado, ya no estaban. Con los estribos a rebosar de pasajeros, le dio a la campanilla, con tal fuerza ,que por poco se queda con el cable en la mano. Los que estaban junto a él , le oyeron decir entre dientes algo así como :“¡La madre que me parió, otra vez me la han pegado, encima, como van vestidos iguales no hay manera de distinguirlos!

 

No estaba seguro , pero con el tranvía en marcha y mientras cobraba  a los que tenía delante, le pareció ver por le rabillo del ojo, cuatro figuras de oscuro caminando por la acera opuesta, una con un ramo de flores y  juraría que , el del ramo ,le decía adiós con la mano.

 

CAPÍTULO III

 

La casa era bonita ,de construcción modernista situada en un buen barrio de Madrid. El padre de Enrique ,Teniente Coronel de Caballería , era profesor en la Escuela de Equitación .Había hecho, lo que se decía, un buen matrimonio, vamos un braguetazo, casándose  con una terrateniente sevillana a la que conoció en los tiempos en que estuvo destinado en la Yeguada Militar de Jerez. y vivían de forma desahogada.

 

El por qué el hijo apareció por el Bajo, se remontaba a  dos años antes cuando, Enrique, apareció con las notas de fin de curso llenas de suspensos excepto: Religión , Educación física ,eso sí, ésta con sobresaliente y Dibujo. Al chaval, la edad del pavo, le había cogido a contrapelo y se dedicó a hacerse castillos en el aire y la verdad es que, cuando se le veía ensimismado, parecía como si le hubiera dado un mal. Se enamoraba de todo lo que se movía siempre que llevara faldas. Hasta la doncella que tenían ,Estrella, se quejó a su madre de que ,cuando menos lo esperaba, le pegaba pellizcos “en ya sabe Vd. donde ,señora”.

 

.La madre ,comprensiva, quiso convencer al padre de que aquello era normal ,cosas de la edad y que había que darle otra oportunidad. El padre, que las veía venir , le dijo que la mejor oportunidad la iba a tener en el colegio de huérfanos, que verás que bien ,qué pronto espabilaba ,y  con qué velocidad se iba a dar cuenta de lo que valía un peine .La madre a duras penas cedió y Enrique se vio vestido de trapillo en medio de un montón de chicos de su edad que así ,de pronto, empezaron por llamarle Quique el aspirino ,y con frecuencia , el aspirino ,sin más.

 

El portero ,perfectamente uniformado, a través de los cristales de su garita ,les vio entrar y saliendo de ella les cortó el paso preguntándoles dónde iban. Jorge ,que iba el primero, le miró de arriba abajo y le dijo :”Al tercero derecha ,a casa del señorito Enrique”,con un cierto matiz, en la entonación,  de recochineo. El hombre, que por el hablar parecía asturiano o gallego ,les pasó revista uno por uno hasta que se detuvo en Nico con el ramo de flores. Mientras mantenía la mirada de Nico dijo:”A vosotros ,jóvenes como sois, no os importará subir por las escaleras”.No era pregunta sino aserto.

 

Nico consideró que, ya que le estaba mirando, era él quién debía contestar:

 

-Pues mire, gracias por la idea pero, si no le importa, vamos a subir en el ascensor. No hace falta que nos abra la puerta.- e inició la marcha hacia el ascensor, pasándole el ramo de flores, tan cerca de la cara ,que el otro tuvo que apartarse hacia atrás para evitarlo.

 

El ascensor era un habitáculo de madera con puertas de batiente y con un gran espejo en la parte frontal a la puerta de entrada, que se movía a lo largo de  una jaula de rejilla metálica. Encima de la botonadura un letrero advertía :”SÓLO DE SUBIDA”.

 

Cuando llegaron al tercero, la puerta del piso donde vivía el aspirino se abrió dando paso al padre de Quique que se iba al fútbol.

 

-¡Hola chavales! -les dijo-.Siento no poder estar un rato con vosotros, pero llego tarde. Que lo paséis bien .¡Ah!-dijo antes empezar a bajar por las escaleras-un día, ya quedará Enrique  con vosotros y nos iremos todos al fútbol. A Mendoza hay que verlo.¡Algo fuera de serie y no digamos nada Collar!.

 

Al irse había dejado la puerta abierta y los cuatro se encontraron  en el vestíbulo dudando qué hacer. La duda la solventó Beni  cerrando la puerta de golpe. Al oír el  portazo apareció en el pasillo Estrella ,la doncella ,embutida en un uniforme gris , con delantal y cofia blancos incluidos.

 

-Vosotros sois los amigos del señorito Enrique ,¿verdad?.Pasad por aquí.

 

En esas apareció la madre de Enrique y se encontró con los cuatro precedidos del ramo de flores.

 

-¡Ahí va ,que majos!.¡Enrique ,tus amigos!.-Les dio un beso a cada uno y cuando llegó a Nico que portaba el ramo le dijo:

 

-¿Y estas flores?

 

-Para Vd.,señora-dijo el portador.

 

La mujer no salía de su asombro.

 

-Muchísimas gracias ,son preciosas. Menudo detalle, estáis hechos todos unos caballeros.

Hablaba muy seguido y como si tuviera prisa.

 

“Me pega que esta mujer está un poco ida”,pensó Mundi.

 

Les acompañó hasta una habitación que estaba a mitad del largo pasillo. Era el comedor, ,grande, con una aparador de tres cuerpos de madera noble tallada, que ocupaba casi una de las paredes .En la otra ,presidiendo la habitación, un gran cuadro de Cusachs que representaba una carga de Caballería.

 

La mesa del comedor , con las patas labradas con motivos florales, había sido desplazada hacia el aparador para dejar un espacio en el centro del salón. En una de las esquinas  un reloj de pie  de carrillón, dejaba sonar su maquinaria, allá en el fondo de sus entrañas ,que movía un péndulo con  rítmico vaivén. El suelo era de tarima  bien acuchillada  y reluciente.

 

Del techo pendía una enorme araña de cristal de Bohemia ,en la que la luz que  entraba por las ventanas producía irisaciones en los lagrimones que pendían de cada brazo y que por su tamaño , hizo pensar a Mundi:”Como se caiga uno, descalabra al que le coja”.

 

Una de las paredes restantes constituía una arcada que daba acceso a lo que  debía ser el cuarto de estar .Dos cortinones de terciopelo granate servían de separación de las dos estancias. Ahora se encontraban recogidos ,uno a cada lado del arcada, sujetos con sendos cordones del mismo tono.

 

Allí estaban todos: Quique, su hermana, la prima África ,el vecino y las otras cuatro amigas. Mientras se efectuaban las presentaciones la doncella iba sacando a la mesa del comedor: mucho emparedado, medias lunas, unos platos con fiambres, pastas, pastelillos, unas jarras de limonada y una ponchera con cap de frutas.

 

La madre dijo que se iba a su partida de bridge. Más besos.

 

El pick - up estaba funcionando con una canción de Harry Belafonte, “Banana boat”.

 

Era una caja de color verde que estaba dividía en dos partes :la superior, en la que se encontraba el altavoz , estaba separada de la otra una distancia como de un metro ,lo que daba de sí el cable del sonido ,y la  inferior ,que era la que contenía el brazo y el plato en el que giraba el disco. Una pequeña palanca daba opción a que el giro fuera a cuarenta y cinco o treinta y tres revoluciones.

 

Los discos fueron el tema de la conversación inicial para romper el hielo. Había muchos y para todos los gustos la mayoría eran singles aunque también había long play’s.

 

Había que reconocer que los cuatro pinfanos les habían impactado a las chicas; rompían los moldes de los chicos con los que ellas se habían relacionado hasta entonces y la curiosidad se les apoderaba. La única que se encontraba en su salsa era África, para ella los cuatro ,y eso que acababa de conocerlos ,eran como algo suyo ,como si hubieran estado siempre juntos y además se lo pasaba en grande con sus ocurrencias y le encantaba el vocabulario tan peculiar que empleaban. Ellos, lo que se dice cortados ,nada de nada, al contrario ,al poco ya dominaban la situación y Mundi se acercó al tocadiscos y al montón de discos y con movimientos resueltos sacó uno de la funda en la que aparecía la foto de Neil Sedaka ,vio que la canción que quería estaba en el tercer surco y después de tres rayadas, empezó a sonar a “A stille guitar and a glasse of wine”

 

-Me gusta lo americano-dijo y mientras  sonaba el disco, él iba traduciendo lo que decía,   quedándose tan fresco  ante el impacto causado en la concurrencia femenina y agradeciendo mentalmente a su tía el haberle enseñado inglés desde tan joven.

 

.Mientras la música sonaba ,Enrique ,Jorge y Mundi fueron hacia la mesa de la merienda.

-¿Y si animamos un poco la ponchera?-dijo Jorge.

 

Enrique no entendió lo que decía su amigo y puso cara de interrogación.

 

-Si hombre-,continuó-se le puede echar algo de licor del que hay en el aparador y así tendrá otro sabor.

 

-Y canela ,mucha canela-dijo Mundi.

 

-Espera, espera,-dijo Enrique-el uno licor, el otro canela, si se entera mi padre que echamos morapio, se terminan los guateques y es capaz de cortarme el pelo al cero y se entera seguro porque Estrella es muy chivata. Y si se enteran las chicas de lo de la canela se piran todas.

 

-Pues yo creo que la canela le daría muy buen sabor-insistió Mundi.

 

-Joer, que fijación con la canela –ya le voy a pedir a Estrella canela.

 

Jorge y Mundi se lanzaron una mirada de complicidad.

 

Al poco volvió Enrique.

 

-No hay canela, pero, la puñetera, me ha dado unas cuantas cáscaras de limón que dice que también le da muy buen sabor.

 

Decepción de los dos ladinos.

 

-Bueno, qué le vamos a hacer, para el próximo habrá que tener previsto lo de la canela-dijo Mundi que , de paso, aprovechó para echarle un tiento a los emparedados. Cundió el ejemplo y en poco tiempo estaban todos en torno a la mesa

 ,  comiendo y charlando, mientras sonaba la música, que, por cierto, sonaba de maravilla ,hasta que Nico le dio por poner ” El cerezo rosa “ de Pérez Prado y empezó a sonar como gangoso.

 

-¡¡Nico,45 revoluciones, no 33.Ya sabes, un cuatro y un cinco, que juntos hacen 45, con muy buena piedra ,por cierto.- Era Beni el que gritaba.

 

-¿Qué es eso de la piedra? –Preguntó la pínfana a Beni, con el que había hecho muy buena migas y no se cansaban de contarse confidencias.

 

-Nada ,cosas nuestras –le contestó Beni saliendo del paso de mala manera.

 

Cuando por fín se escuchó como debía, la bailona, como impulsada por un resorte se puso a danzar y con ella, poco a poco, todos.

 

CAPÍTULO IV

 

Nico, el chulo de Nico, en realidad no sabía bailar muy bien ,más bien no sabía bailar, pero le ponía mucho empeño y tampoco sentía el más mínimo complejo, sobre todo a la hora de marcarse un twist que parecía  se iba a descoyuntar cuando doblaba las rodillas y se echaba para atrás; todo lo contrario, en un momento determinado de la jornada, África vino hacia Mundi que estaba bailando con la hermana del aspirino y le dijo en voz baja:

 

-Oye, mira a ver si marcas a Nico ,que le ha llamado cordera  a  Mariló cuando ha ido a sacarla a bailar.

 

“Chirpi chirpi chep chep”, ”El twist del mundo“, ”La escoba”, ”Contigo en la playa”, ”Cuando digo que te amo” “Ese beso” ”Guarda come dondolo” ”La chevecha” ”La tembladera”,”Flamenco”, ”Black is black”, ”La moto”, iban sonando una detrás de otra.

 

Alguien consideró que la hora de ponerse tiernos y empezaron a sonar:

 

“Hoy de rodillas”, ”Chao, chao bambina” ”Corazón gitano”, ”El ritmo de la lluvia” ”La lontananza” ”Los días del arco iris” ”Tell Laura i love her”.

 

Ahí es cuando Jorge ,decidió que se bailaba mejor a media luz ,como el tango y apagó la araña y así estaban mientras uno tras otro fueron sonando las canciones y cuando iban por la de los Pop Tops, es cuando la bailona interrumpió en la escena y rompió el encanto, que dijo Nico.

 

Así que la música varió otra vez de contenido y “Get on your kness”, ”Los chicos con las chicas”, ”Los cuatro muleros “ ” Nit de llampecs”,”La moto”, ”Il peperone” discurrieron por encima del plato.

 

Pero duró poco porque enseguida empezó a sonar: “Mis manos en tu cintura”, “Perdóname”, ”Aquél amanecer de mayo”, ”Amor de verano”

 

Mundi con María, ,Beni con África  y Jorge con  Ester, bailaban lentitos  aunque ,eso sí, como le dijo en un aparte Beni a Mundi: “Parece que todas hayan aprendido a bailar en la misma academia  ,pues ,en cuanto intentas arrimarte un poco ,te encuentras con el antebrazo colocado de tal forma que, cuanto más aprietas, más se te hunde el esternón y claro no es cuestión de fracturárselo.

 

Pasando de bailes, en un costado del salón , Nico tenía como embelesadas a   Mariló, Almudena y Marta, incapaces de adivinar con qué les iba a sorprender mientras le oían que decía:

 

-Ahora, para que os enteréis de cómo se las gastan  en mi pueblo, os voy a interpretar unos cuantos gozos  de las aleluyas que cantan los mozos en el Rosario de la Aurora. Las otras quietas, expectantes, Enrique haciéndole gestos para que se callase ,porque sabía de lo que iba el asunto ,pero él a lo suyo, crecido.

 

 A todo esto, de tanto ejercicio durante toda la tarde ,había empezado a sudar,se le había empezado a  disolver el jabón que llevaba en la cabeza ,a guisa de fijador y le empezaba a caer un pequeño chorrete de líquido desde el pelo, que le discurría por la patilla y le llegaba ya ,casi hasta el lóbulo de la oreja. Él, sin cejar en su empeño, empezó a interpretar las preces con una tonadilla pegadiza ,propia de los cuenta cuentos que iban por los pueblos .

 

Gozos de San Antonio- dijo-y empezó la tonadilla:

Un insecto venenoso

que sapo suelen llamar

a San Antonio bendito

pusieron para cenar.

 

Echa bendeción el Santo

sobre la bestia dañina

y el venenoso animal

convertiose en una enguila.

 

Tanta y tan grande miseria

este buen santo llevaba

que en el pliegue de su habito

¡Cada piojo como un haba!

 

Y decía: habito, enguila,  bendeción y convertiose. Esperó la reacción de la concurrencia, que no acababan de salir de su asombro y sin tiempo para que reaccionaran ,carraspeó un poco, bebió un sorbo de un vaso, sin preocuparse de quién era el vaso y continuó:

 

-Ahora, los de San Sebastián. Pobre hombre, como las tuvo que pasar –dijo ,y con el mismo sonsonete continuó:

Glorioso San Sebastián

que por el Ebro bajaste

subidico en un madero

y en Pradilla te quedaste.

 

En un invierno mu frío

te arrastraron por las nieves

y lo mismo que a un marrano

te colgaron de los pieses.

 

Glorioso San Sebastián

Si con un tiempo tan crudo

Te sacan así ,desnudo

¡En verano ,que t’harán!

 

Las otras ,que en su corta vida y en el ambiente en que se desenvolvían ,jamás hubieran pensado encontrarse con un tipo tan pintoresco como Nico y a la vez tan entretenido ,irrumpieron en aplausos y carcajadas y Nico, soltándose el botón del cuello de la camisa y bajándose el nudo de la corbata, dijo:

 

-Pues ahora, la rematadera, los mejores de todos ,los de Santa Águeda.....

 

Cuando se está pasando bien ,muy bien, como era el caso, el tiempo transcurre rápido, las horas parecen  que tuvieran minutos de menos y los minutos vacíos de segundos ;el gran reloj de pie, desde su esquina del salón, dejó sonar su carillón ,que inmisericorde, una a una fue desgranando sus campanadas hasta concluir la hora fatídica, la hora previa a la de recogida de la pinfanada. Una hora les quedaba a los cinco, para atravesar la Puerta bonita y librarse de quedarse el domingo siguiente sin salir.

 

Así que ,Enrique dijo:

 

-Déjalo Nico ,la próxima vez será ,tenemos que salir echando humo o no llegamos.

 

Despedidas raudas,”nos lo hemos pasado fenomenal”,”hasta la próxima que espero que sea pronto”,”volveremos a vernos”,”a ver si es verdad”,”contamos con vosotros para el próximo”.Puesta de chaquetas y escaleras abajo. Carrera y por fin, un poco de sosiego una vez sentados en el vagón del metro que les dejaría cerca del colegio..Charla con cambio de impresiones sobre lo vivido, todos menos el Mundi que parecía como si le hubiera dado un aire.

 

-Y a éste,¿ qué le pasa?-dijo Enrique

 

-Está enamorao –contestó Nico.

 

¡Los guateques ¡,¡Ay ,los guateques!,que buenos recuerdos guardaba Mundi de ellos ,él y los de su generación. Aquella generación  del Dúo, de Los Bravos, de Paul Anka, de los Brincos, de los Sonors,  de Adamo, de los Cinco Latinos, de los Platters, de Pérez Prado, de los Pequeniques, de los Canarios y de tantos otros.

 

Qué agradecidos estaban a  los que los organizaron en sus casas, que les invitaron ,que pusieron los discos, que les dieron la oportunidad de conocer a la chica que les gustaba y poder así, con la disculpa del baile, tenerla cerca a pesar del antebrazo o, si había suerte, sin ese impedimento. Que cosquilleo subiendo desde el estómago ante la incertidumbre de  con quién se iban a encontrar ,si iría aquella amiga de la amiga de la hermana, a la que veían pasar cuando iba al colegio y con la que  cruzaban miradas en aquellos interminables carruseles de chicos y chicas paseando, que se formaban en los paseos de moda de las pequeñas ciudades, los sábados y domingos, al atardecer; chicas por un lado, chicos  por otro, hasta que se buscaba la disculpa para el encuentro. Y los primeros susurros y algún beso furtivo ,pocos la verdad ,de roce de labios, sin más, pero suficiente para sus pretensiones quinceañeras, de los quince años de entonces. Y aquellos enamoramientos para toda la vida ,que duraban un par de guateques Y aquellos olores ,auténticas fragancias que se  quedaban impregnando la ropa y que les servía para revivir los momentos pasados juntos.

 

Luego vendrían las verbenas ,los bailes en salas de verano al aire libre, las salas de fiestas, las boites, las discotecas; pero nada se parecería a sus guateques, ni dejarían la huella que dejaron aquellos.

 

 

A todos ,ellas y ellos, los guatequeros de aquellos lejanos años.                  

 

Marzo de 2006

 

Lucas