JUNTAS A PICOS

 

Navidad. Navidad ¡ya estas aquí! Cada año, el pistoletazo de salida comercial, te programa antes, año tras año, se dan cita: las  campañas solidarias  con el consumismo agobiante y machacón, ¡eso si!, todo ello aderezado por un gran despliegue de iluminación y festejos lúdicos, ya se… “los tiempos cambian”, lo acepto, pero no acabo de asimilarlos. Como contrapunto a esas compras compulsivas; curiosamente nos vemos arropados por un manto de bondad, que nos hace creernos mejores… mas comprensivos y solidarios con el prójimo … ese “espíritu navideño” que nos infunde un propósito de enmienda, desgraciadamente viene provisto con fecha de caducidad … concretamente el 7 DE ENERO, fecha en la que de nuevo … ZAS, empezaremos a zurrarnos, pisarnos y al sálvese quien pueda … si, es tristemente un tiempo efímero, debería poder envasarse ese espíritu por meses, así, quizás podríamos cumplir con esa paz y Felicidad que tanto proclamamos, ¡Si! Navidad… estás aquí, y bajo todo su expendedor, el tañir de campanas, tintineos de cascabeles, risas y algún que otro villancico, escondes tristeza y sentimientos llenos de nostalgia y muchos nudos en al garganta en recuerdo de las personas ausentes y queridas, así eres tu, tan dulce y tan feliz como triste y amarga, ¿sabéis? Me dan envidia los que tienen niños a su alrededor, por que ellos son el cascabel de la familia, son la Navidad, criaturas llenas de fantasía e ilusión, con sus conciencias limpias sin contaminar, vivirán la Navidad en espera de la culminación de una “noche de REYES” con toda su imaginación en ebullición, noches que no desaparecerán de sus recuerdos jamás. 

Por otras circunstancias tampoco yo olvidare mis primeras navidades en el colegio de Padrón (La Coruña). Navidad del 49-50. Noche de reyes, ocho años: como a cualquier niño de esa edad la excitación hacia difícil conciliar el sueño y la imaginación se encargaba de transformar cualquier ruido, todos ellos delataban la presencia de sus Majestades en el Centro… todo normal, salvo que no tenia el amor y cariño de mi madre y hermanos para compartir mis sensaciones, y que ellos con su experiencia me descifraran los extraños ruidos… pajes moviendo los sacos, camellos bebiendo etc. 

En la mañana de Reyes, os aseguro íbamos con la consabida excitación e ilusionados pero el tramite era frió, tanto como el tiempo reinante que nos dejaba las manos llenas de sabañones, aun hoy tengo las pasos muy presentes, campana, capilla, desayuno y en fila cada uno a su clase, los nervios afloraban ¡había llegado el momento! Empujones de complicidad, y el consabido “a lo mejor me traen un balón, una pistola, un coche. etc. ”, mas allí algo era diferente a lo que  recordaba de casa ¡¡ Nadie nos había hablado de dejar agua y comida para los camellos!! ¡Que descuido!... la realidad es que (quizás por la precariedad de la posguerra) nadie ayudo a creer un mundo de ilusión par los peques…. 

En el interior de las clases… no había el caballo de cartón por el que grite años atrás, ni coches ni pelotas...nada. Baltasar había fallado, eso si, en cada pupitre sus majestades habían dejado una pizarra nueva con su consabido pizarrín ¡ah! y algunos caramelos,… supongo que los malos momentos se dejaban sentir en la generosidad de sus Majestades. 

El siguiente año, ya sin tanta ilusión e imaginación la justa, Baltasar me sorprendió junto a la consabida pizarra (que por cierto era un clásico) me dejaron una flauta (una caña con tres agujeros, barnizada con una cinta de lavandera española) me la habían mandado de casa supongo que con muchísimo sacrificio. Ese año, chulee ante mis compañeros, la verdad es que chulee poco, pues a los dos días se me requiso por pintar en el dormitorio, me quitaron mis Reyes, pero no la satisfacción de haber dejado embobado al 67 (pido perdón si equivoco el número) un matón de 10 años de Murcia. 

Así fue mis primeros reyes. En el colegio dejaron de existir camellos, reyes, regalos, pero no en mi imaginación… ¡Que aun conservo! 

No todo fue tan lamentable, como la mayoría de colegios de posguerra, el nuestro también tenia sus tradiciones, quizás la mas curiosa ingenua y divertida era la de “JUNTAR A PICOS” (quiero recordaros que los picos eran los extremos de los chuscos como todos sabéis pan del ejercito).

Todo comenzaba como dos o tres semanas antes de Navidad, se necesitaba una caja de cualquier tipo, generalmente de cartón, se le habría una boca a modo de buzón, se ataba y lista, ahora a buscar socios, saber elegir era importante lo mejor los más afines, los mas amigos, los mas cómplices. Si podías contar con algún “paguatin” enchufado de Sor Vicenta era un buen punto, podría aportar mas a la causa, al tener prebendas por limpiar la capilla, cortar velas, flores etc. 

48, 85, 93, 12, “JUNTAS A PICOS?”, he de recordaros que en Padrón no teníamos nombres, éramos números (algo que chocaba enormemente en las familias cuando recibían una carta por Navidad y después del dictado correspondiente (como mucho, aprendo mucho, os quiero mucho … finalizabas con mis mejores amigos son … y aquí la retahíla de números ¿Qué significaría para ellos?  

Bien una vez, seleccionados los cinco o seis socios se formaba el compromiso de cada uno, de su ración del día del chusco, el pico debía cortarse e introducirlo en la caja de cartón. Un ritual que cada tarde se recolectaba, con mas de un enfado si alguno no cumplía o rompía el pacto comiéndoselo, cosa que sucedía con frecuencia, porque la tarde era larga y el hambre mucho. Soportar la tentación del currusco en el babi sin picarlo, sin tocarlo ¡Era duro! 

El objetivo era que la noche de Navidad fuese un noche especial ¡ya lo creo que lo era!.

Buscabas un lugar recogido en el dormitorio lavabos los mas privados posibles, y sentados en corro y la caja en le centro, la excitación se apoderaba de todos, ojos como platos expectantes al rasgar la embocadura y allí ¡Estaba el Tesoro! Era la gran noche repartir y triturar esos picos era el premio esperado, bien es verdad que se habían convertido en piedras, pero con agua eran deliciosos, aquello se hinchaba y sentías una sensación de pesadez en el estomago envidiable… ¡se había confabulado la imaginación la excitación y valentía por haber transgredido “las reglas”! … ahora bien, ojo con la excitación, si alguno por su culpa se orinaba en la cama y era reincidente,  a la mañana siguiente debían llevar una sabana a modo de bandolera durante parte del día, para burla de sus compañeros. Este sistema era practicado durante todo el año en niños de 5 a 10 años, aun hoy tengo mis dudas que ”hermanas de la caridad” ejercía de psicóloga, supongo que la misma que de noche en el dormitorio contaba “cosas de niños que habían pecado” y el demonio vendría a por ellos con el sabido “un, dos, tres, mío es” acompasando su voz con el compás de sus pasos por la galería… no puedo imaginar tanta caridad, pero lo cierto es que conseguía rechinar los dientes de los mas sensibles o “mas pecadores”. 

Perdonar debo presentarme soy el 51, amigo del 41 (la gallinita, por lo que lloraba) (si Tejedor perdona, pero reconoce que eras un tanto sensible ¿vale?).¿Recuerdas? juntos ingresamos el mismo día, nuestras madres se encontraron en aquel destartalado tren de madera con destino a Coruña, para llegar a Padrón tuvimos que cambiar en dos estaciones intermedias, llegando de madrugada y pernoctando en un banco de la sala de espera de la inhóspita y fría estación hasta poder ingresar en el centro en la mañana siguiente. Nunca lo olvidare, como tampoco lo habrás hecho tu, aquella mañana lluviosa y fría cruzando un largo puente, en el que bajo la niebla de la mañana vislumbrábamos el gran caserón ¡Nuestra futura casa!, parecía un fotograma de cualquier film de Felina, cuatro siluetas negras entre la niebla con sendos bultos en la manos … nunca olvidare lo corto que se me hizo el trayecto con la respiración a cada paso mas agitada, el corazón bombeándome al máximo, y la mano cada vez mas apretada a la de mi madre casi cortándole la circulación. 

Este episodio es parte de otro escrito, son mis vivencias muy iguales que por supuesto todos tenéis las vuestras. 

Mi nombre es José Luís del Barco, el 51 de Padrón, tuve el sobrenombre de “la mona” supongo que por mi imitación del simio ó por mi modo de saltar en mi precoz afición al fútbol en el puesto de portero (según mis compañeros era el que mejor paraba las pelotas de trapo y cuerdas y en ocasiones algunas de goma). También se me dio en llamar Roció en honorífica comparación con el portero local del Iría de Flavio, conjunto al que las “hermanas” nos llevaban algún domingo para servir de cla y animar, desgraciadamente la racha se rompió y dejamos de ir por un desafortunado balonazo que recibió Sor Inés (la sargento Inés) que la arranco la corneta (así llamado en el habito de las hermanas de la Caridad, el cubre cabezas almidonado con alas). Este hecho causo gran alboroto en el pueblo,… a pesar de las disculpas de los jugadores árbitros y demás representantes de club, que trataba de reanimar y poner en pie a nuestra querida hermana, que resoplaba y resoplaba haciendo mas llamativa y evidente la pelusa del bigote, solo Sor Luisa ,un bombonazo de Sor, dulce y de rostro angelical (todos estábamos fascinados con ella), insistía para que siguiéramos en el campo, pero la sargento Inés, sin corneta con medio ojo cerrado ordeno ¡a CASA! 

Como es obvio este partido lo perdió el equipo causante del entuerto (quizás hoy en día diríamos compensación del arbitro con el clero). 

Hay tantas anécdotas por contar…..algún día lo haré en mi personal “Florido Pensil”, hacedlo vosotros también, que conozcan vuestros hijos y nietos vuestras vivencias a pesar que os llamen abuelo batallitas, hacedles ver que también vosotros fuisteis niños (pensad que ellos también lo harán) seguro que hay cosas que a esta generación les parecerá producto de vuestra fantasías mas que la pura realidad. 

Disfrutad con ellos de su Navidad ¡a mi me cuesta!, tengo idealizada la mía, aquella en que la gente era o me lo parecía mas sensibles, con otra luz, siento nostalgia de aquellas barracas de tiro, aquel enorme caballo de cartón de los fotógrafos , aquellos vendedores de pavos, el paliar el frió con el calor de las castañas asadas en los bolsillos, el olor de la retama quemada en las hogueras , el sabor de los boniatos … en fin era otra historia, otra Navidad, otro modo de sentir que ya no siento, porque ahora les toca a ellos y así se lo dirán a sus hijos …

Venga, quitaros el caparazón y sacad el niño que todos llevamos dentro, quizás así, por estas fechas os sintáis mejores ¡ah!, ¡pero no Juntéis a Picos!,  yo por lo pronto no dejare de poner agua y pan  para los camellos y ¿por qué no? alguna copita para los Reyes que vienen ya cansados y tienen mucho que pensar y sobre todo que recordar.